Ucrania entre la revolución y la guerra fría
Y volvieron las banderas rojas
En 2014 vimos expectantes como un golpe de estado derrocaba al gobierno de Yanukovich en Kiev. Este y la guerra civil consecuente nos devolvía a la realidad de la Geopolítica. Estábamos viviendo el inicio de una nueva Guerra fría entre Washington y Moscú.
Por primera vez desde 1991 se volvían a alzar las Banderas rojas del socialismo. La descomposición del Estado Ucraniano propició que las regiones ruso-parlantes proclamaron cada una su independencia.
Mientras que Járkov y Odessa se proclamaban bajo la Bandera de su “Rusidad”. Frente a un gobierno ilegitimo auspiciado por partidos abiertamente Nacional-socialistas como son Sboboda y Pravy Sector. Que llamaban a la cruzada anti-rusa y anticomunista.
En Donetsk, en la cuenca minera e industrial de Donbass. Se proclamó, bajo la Bandera roja, la internacional y el himno de la URSS.
Se forman Soviets y las empresas son ocupadas por los trabajadores.
La respuesta militar ucraniana da lugar a la formación de Milicias populares que pobremente armadas, mal organizadas y difícilmente coordinadas. Ya que cada una pertenece a una fuerza política o facción del partido. En todo caso, la ineficiencia militar de estas provoca la caída de las repúblicas una tras otra.
La República popular de Odessa cae tras la llegada de paramilitares fascistas, estos atacan a los manifestantes, los empujan a refugiarse en la Casa de los sindicatos. Y son quemados vivos.
A su vez, las milicias sirven muchas veces como grupos de matones, sirviendo como persecutores de quinta columnistas y para el ajusticiamiento de oligarcas. Siendo depurados y expropiados empresarios tanto proccidentales como prorrusos.
Será en Kramatorsk y Slaviansk dónde los “Ukros” fueron momentáneamente frenados. Batallas muy mediatizadas por la entrada en combate de “las Brigadas internacionales”. El Batallón internacional Volstok. Compuesto por rusos, kazajos, griegos, chinos, españoles, estadounidenses, y un largo etc…
Destacaron dos españoles que, con puño en alto, Kalasnikov y pulsera republicana se muestran ante las cámaras. Kramatorks y Slaviansks cayeron. Y se produce la Batalla de Donetsk. Allí contra las cuerdas las milicias logran resistir y contratacar. Ya formados como Ejército popular, armado y entrenado por Moscú. Se produce la mayor batalla de la guerra; Debaltsevo. Siendo ya una batalla de gran intensidad, con artillería, tanques y aviación por ambos bandos.
Tras la Victoria, muchos anunciaron un “Efecto Batista”, es decir, el derrumbe del Ejército ucraniano dejando vía libre a Kiev. Pero esto no se produjo debido al apoyo norteamericano a los golpistas. Tras esto se estabiliza el frente. Y con el cambio de gobierno en Washington y Kiev se inician las negociaciones de paz en Minsk.
En la retaguardia revolucionaria se da una peculiar evolución. La inicial hegemonía del PCU desaparece con la disolución de este. Estallando por sus contradicciones internas. El Partido comunista ucraniano, como restructuración de la línea dura del PCUS en la República se había postulado como principal oposición en los años 90. En el 2000 retomó el poder mediante una coalición electoral. Tras reconstruir el Estado es derrocado por la “Revolución naranja” en 2004. Los liberales regresaron al poder.
Los Comunistas apoyaron al Presidente Yanukovich, que se alzaba como abanderado del sentimiento Panruso en Ucrania. Tras romper con los preparativos para la entrada en la UE y la OTAN. USA y el imperialismo germánico le derrocaron mediante otra revolución de colores. Pero esta vez apoyada en la creciente Extrema derecha.
El Golpe de Estado de la plaza Maidán llevó al PCU a dirigir la respuesta de las regiones ruso- parlantes. De esta forma cuando la policía se dio la vuelta y asaltó los Ayuntamientos junto a los manifestantes, este proclamó la República popular. Pero esto no era la línea que seguía el Partido y resultó una contradicción que no supo salvar. Los Comunistas apostaban por la reconstrucción de la Ucrania Soviética y la reunificación con Rusia. No la independencia. Pero la alianza con grupos nacionalistas regionales que reivindicaban la efímera República de Donetsk de 1918. Llevó a la estampa contradictoria e incluso cómica de proclamar la Independencia de Donetsk, mientras sonaba el himno de la URSS y ondeaban una gran bandera en la que se podía leerse: “¡Por la Unidad de Ucrania! ¡Por la Reconstrucción de la URSS!”
Todo esto llevó a que mientras el PCU era ilegalizado en la Ucrania fascista, era disuelto en las nuevas Repúblicas.
Desde entonces la Revolución se llevó a cabo por líderes milicianos y coaliciones de partidos denominados “Frentes populares”. Tomando así un cáliz, ya no de reconstrucción del Socialismo soviético, sino de una Revolución desde cero.
Tras la Victoria en Donetsk se pudo ver como el movimiento estallaba en una pluralidad ideológica. Con Milicias nacionalistas que enarbolaban la bandera de los Zares. O un Batallón enviado por el Partido Nacional-Bolchevique de Eduard Limónov. Se llegó incluso a que el Coronel Strelkov “El Che Guevara ruso”. Comandante en jefe del cuerpo de milicias y hacedor de la defensa de Donetsk. Considerado un Héroe de la Revolución. Se autoproclamará como “Genuino fascista Mussoliniano”. Contrario al Nacional-Socialismo de los “Ukros”.
Strelkov fue forzado a dimitir de ministro de defensa y expulsado de la República. A pesar de todo, los comunistas seguían siendo la principal fuerza ideología del movimiento. Y sería por influencia de estos que las dos Repúblicas supervivientes se unirían en la llamada Confederación de Nuevarrusia.
En 2017 se verían ante un golpe de estado interno. Efectuado por los propios comunistas. Que sacaron tropas del frente y expulsaron al Presidente de la República de Lugansk. Proclamándose allí también una República popular.
Durante estos años la Confederación se vio frente la Espada y la Pared. Habiendo perdido casi el 90% del territorio revelado contra Kiev y siendo totalmente dependiente de Moscú.
La economía de la región, que al inicio era la más potente y desarrollada del país. Se ha visto paralizada. Con fábricas y campos destruidos por combates y bombardeados, con el frente en la misma capital. Más tarde, cuando cambian las tornas, se pone en práctica una economía de guerra, destinada a el abastecimiento del frente y la exportación de minerales. Siendo sus principales socios, y únicos reconocedores del gobierno revolucionario; Cuba, Abjasia, Transnistria, Osetia, Bielorrusia y Rusia. Salvó obviamente el último, todos dependientes de una forma u otra de Moscú. Esto sumado a que la única frontera controlada por las Repúblicas es con Rusia y a la dependencia militar. Les llevó a echarse en brazos del Kremlin. Colocándoles en una situación difícil, ya que no están alineados ideológicamente con este. Al menos no las fuerzas hegemónicas.
Por su parte la República autónoma de Crimea, este si alineada con Moscú, convocó el referéndum y se reunificó mientras Ucrania saltaba en pedazos. Cosa que las Repúblicas se negaron.
Ante esta situación el Kremlin ha cumplido el mismo papel que interpretó con la Guerra civil española. El sustentador de la revolución y, al mismo tiempo, el moderador de esta.
Con el cambio de gobierno en Washington y Kiev se muestra un clima favorable a la relajación de tensiones entre Superpotencias. Iniciándose así negociaciones de Paz. Los acuerdos de Minsk. Estos implicaban el reconocimiento de la reunificación de Crimea. Y el retorno de las Repúblicas populares a Ucrania. A cambio de una amplia admitía. Formándose como un país neutral.
Deshecha la Confederación, las Repúblicas subsistirían como autonomías dentro de la República Ucraniana. Y bajo la ley de esta. Por tanto, los avances revolucionarios quedarían disueltos también. Con el retorno de los viejos propietarios. Salvándose algunas colectivizaciones como cooperativas.
Una “puñalada por la espalda” que sin embargo fue recogido con regocijo por una población hastiada tras 4 años de guerra.
La derrota de Trump significó el reinició de las hostilidades. Los acuerdos, nunca realmente implantados quedaron totalmente anulados.
Pero la situación hoy es distinta a la de 2014, o 2018. La población esta hastiada y despolitizada. Los principales líderes revolucionarios fueron asesinados tras Minsk. Probada la autoría del SBU (servicio secreto ucraniano), pero también con serias sospechas de cooperación en los atentados por parte del FSB (antes llamada KGB).
Hoy, los “Ukros” no se ven ante una banda mal armada de milicianos, más preocupados en colectivizar y ahorcar empresarios que en combatir. Si no con un Ejército moderno. Pero tampoco el Ejército Ucraniano es ya “el Ejército más débil de Europa”, con chatarra, ya anticuada en los años 80 y con serias muestras de deslealtad hacia el nuevo gobierno, y que es vencido por cuatro tanques robados de museos de la segunda guerra mundial. Sino un ejército armado y entrenado por EEUU. Pero la clara fascistificación de la sociedad ucraniana, no se ve ya hoy. También hastiada de años de guerra civil. Mientras su presidente pide armas nucleares a la OTAN.
Moscú ha desplegado el Ejército rojo en la frontera. Con dos claras líneas rojas frente a Occidente. No permitirá el derrumbe de las Repúblicas y el establecimiento de bases militares de la OTAN en la misma frontera rusa. Lo cual la dejaría a merced de un ataque occidental, sin capacidad de respuesta.
Hoy vemos al nuevo bloque oriental alzarse frente al Imperialismo. Y un Yanqui más agresivo que nunca desde el fin de la guerra fría. El retorno de los Demócratas al poder ha significado el fin de esta nueva coexistencia pacífica. Biden, como buen heredero de Obama, el mayor criminal de guerra del S. XXI. Ha roto todo acuerdo con Moscú y se pone a la ofensiva contra cualquier alternativa al Imperialismo global y desnacionalizado. Como buen campeón del Capitalismo apátrida la izquierda occidental y posmoderna o calla o aplaude los crímenes del nuevo “Caníbal” de la Casa blanca. Se ve que las bombas imperialistas envueltas en banderas multicolores no matan, o si lo hacen es por los derechos humanos. El mundo que surja de la guerra nuclear, tal vez sea Trans y diverso. Pero ninguno estaremos para verlo.
Toda la izquierda y los sectores sensatos de la sociedad, deberían alinearse con Moscú. Aunque sea por antiimperialismo, o incluso por pura supervivencia.
Y aunque en el Kremlin ya no ondea la bandera roja. El resurgimiento de Moscú le devuelve a su posición de los años 70-80: “Rusia no es, ni mucho menos, la Vanguardia de la Revolución, pero es la retaguardia y sin ella estamos perdidos”
Seguramente no, esto no acabe en la peor de las previsiones. Si Biden no está lo suficientemente senil o fanatizado, dejará en paz a Rusia que ya bastante ha cedido frente a un Imperialismo decadente como el de Washington.
Pese a todo, tenemos que tener en cuenta quien es nuestro enemigo real; El Capitalismo desnacionalizado encabezado por Biden y la Unión Europea. Hoy, como siempre ha sido, la Geopolítica es fundamental. Fruto y condicionante de la lucha de clases de los diferentes Estados, Naciones y Pueblos. De la misma manera que las circunstancias laborales, sociales y económicas de los trabajadores de Cádiz o Castellón. Están determinadas por las élites, oligarquías o grupos que determinan o forman parte del gobierno nacional y redactan las leyes españolas. Las circunstancias Geopolíticas determinan la realidad española. Como ente menor, dominado por el Imperialismo Yanqui y Germánico. Qué las oligarquías financieras impongan, o no la Agenda 2030. O si están en pie de guerra en el resurgido frente oriental con el acoso a Moscú. Implica la subida de la luz, de la gasolina… y la reducción del poder adquisitivo y de vida de las clases populares españolas.